Marzo 24 de 1985
«Queridos hijos: Hoy deseo invitarlos a todos ustedes a la Confesión, aún cuando se hayan confesado hace pocos días. Deseo que vivan mi fiesta en sus corazones. Pero ustedes no podrán hacerlo, a menos que se entreguen completamente a Dios. Por tanto, los invito a todos a reconciliarse con Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»